viernes, 12 de mayo de 2017

Haciendo Camino; San Román de Entrepeñas, Santibáñez de la Peña


Haciendo el Viejo Camino de Santiago por la Montaña Palentina te encuentras sorpresas como esta. Puente Medieval de San Román de Entrepeñas, Santibañez de la Peña. Contiguo al puente se observan el muro de protección del antiguo cenobio y por encima del puente se puede ver el antiguo torreón románico de este importante monasterio, del que existe documentación del año 940, casi nada, concretamente, en el Archivo Histórico Nacional, se guarda el diploma fundacional del monasterio, aunque en el se habla de una restauración, lo que quiere decir que es mucho más antiguo. Es muy posible que los primeros peregrinos en aquellos incipientes años de la peregrinación jacobea recibieran reposo y atenciones en este ancestral convento benedicitino. No te lo pierdas, está en un paraje sin igual al pie de las Sierras del Brezo y de la Peña.



San Román de Entrepeñas, en el corazón del Viejo Camino de Santiago o Camino Olvidado a Santiago

domingo, 12 de marzo de 2017

La senda del románico. Capítulo 5º Barrio de Santa María


"Piedra eres... y en arte te convertirás". No sé si esto es realmente lo que pensó el "maestro tallador" ante la gran cantera del lugar... a la par que arrancaba de sus entrañas, con sangre, sudor y lágrimas, los mejores cantos ensillados, que una vez diseñados y perfectamente canteados con su cincel, le permitieran llevar a cabo su majestuosa obra. Pero aun así, nuestro maestro tallador trazaba con entusiasmo su arduo trabajo diario... ladera arriba... ladera abajo... aunque duro y muy sacrificado, consciente de la impronta que dejaba pero sabedor de la generosa compensación recibida gracias a la compañía, siempre eterna y vigilante, del Curavacas y del resto de imponentes picos... encumbrados unos y agazapados otros tras esta montaña nuestra y custodios ya para siempre de la advocada a Santa Eulalia. 

-Dentro de mi mochila-

lunes, 12 de diciembre de 2016

La Senda del románico. Capítulo 3º San Salvador de Cantamuda


Caminante... en el camino, no encontrarás escarpados precipicios, acechando tu llegada al albor de tu atónita mirada... pero sí lugares encantados que, por un solo instante, congelan la respiración del visitante, suscitando, en él,  un contenido y helador aliento ante la magnitud del paisaje hallado.
Caminante, en el camino... en su busca y a su paso, no encontrarás sinuosas curvas... de aquellas que disparan el corazón hasta límites insospechados... pero sí lugares, en ocasiones olvidados, que destilan fantasía, impregnando una primorosa naturaleza en cada uno de sus bucólicos rincones. 
Caminante, en el camino... tampoco descubrirás vertiginosos desfiladeros, que cuan precipitados acantilados, ladera abajo, correteen sus aguas, malditamente asalvajadas, golpeando violentamente sobre sus indómitos peñascos. 
Caminante, ¡ay! Caminante... ni rocas colgadas encontrarás... apiñadas sobre angostos riscos y abriéndose paso entre el insolente y deslucido asfalto que brota sobre la abrupta vegetación del entorno. Ni tan siquiera, en el camino, caminante, echarás de menos artificiales miradores construidos a golpe de la sobria mano del hombre... pues no es necesario, de verdad... porque toda su extensión es un digno mirador en sí mismo...

jueves, 24 de noviembre de 2016

La Senda del Románico. Capítulo 2º Santa Eufemia



Esta iglesia, que formaba parte del "Real Monasterio de Frailas Comendadoras de Santiago", pasó a manos privadas en el siglo XIX, concretamente en el año 1825, pero no por causa de la famosa desamortización de Mendizábal, sino por un canje de tierras entre dichos propietarios de ámbito privado y los Monjas que aquí habitaron hasta los primeros albores del siglo XVI y que, por lo visto, en un momento dado, entendieron que ya no pintaban nada en estos idílicos parajes de la "Toscana Palentina", como así le gusta denominar a estas tierras a nuestro buen amigo Juan José. Pero no solamente de arte está cargado este exclusivo recinto, a su vez, su historia, casi milenaria, es realmente muy intensa y los escritos cincelados sobre sus muros quedaron atrapados en el tiempo para narrarla unos cuantos cientos de años después.

 
biz.